Andréia Neiva: resistencia en defensa de los ríos en el Cerrado Baiano

Integrante del MAB desde casi dos décadas, Andréia se dedica a la lucha por el derecho al agua, resistiendo, junto a muchos otros afectados, la presión de compañías que quieren rodear los ríos del oeste de Bahia con decenas de presas hidroeléctricas.

Integrante del Movimento de Atingidos por Barragens desde 2003, Andréia da Silva Neiva es natural de Correntina, en el interior de Bahía, donde es profesora de escuela pública y lucha activamente contra las acciones de varias empresas que intentan construir presas en los ríos de la región. Además, se dedica a la coordinación del Movimiento en el estado y recientemente ha sido madre a los 38 años. Respondió a las preguntas de la entrevista para este artículo entre los cuidados con la pequeña Maria Laura, de seis meses.

“Esta tarea de ser madre es muy desafiante y tengo que organizarla en mi cabeza para hacer frente a todo. No puedo dejar de ser militante, porque es mi opción de vida. Por lo tanto, hay el trabajo como educadora y la militancia, sin descuidar el cuidado de mi hija. Y luego viene la cuestión de Andréia, como madre. ¿Cómo se concilia todo esto?”, pregunta con la honestidad de quien aún está descubriendo todo un mundo nuevo, dispuesta a responder a sus propias preguntas en el camino. En medio de todo esto, Andréia valora que ser mujer en la militancia es una tarea en sí misma y, también, un aprendizaje.

“La primera vez que escuché la palabra género fue en el MAB, y allí comprendí que algunos problemas -que estaba viviendo en casa, en la familia y en el trabajo- estaban relacionados con esta problemática de género. Por lo tanto, estamos en una sociedad patriarcal e incluso los hombres que están en el Movimiento son sujetos formados dentro de esta sociedad. Entonces, nosotras enfrentamos a algunos retos con nuestros proprios compañeros, pero siempre es un proceso de deconstrucción y construcción. Tenemos espacios para discutir, para establecernos, para cambiar lo que no está bien y para avanzar.

Encuentro de Afectados de Bahía y Pernambuco en 2019. Foto: MAB

Aunque la jornada es exigente, vivir la maternidad mientras se dedica a la lucha por la justicia social tiene mucho sentido para la educadora. Según ella, el deseo de transformar la realidad se ha vuelto aún más intenso ahora que su hija forma parte de ella. Sin embargo, no es sólo por Maria Laura y por los coterráneos de Correntina que Andréia se compromete en la lucha contra las violaciones de los derechos básicos de los afectados.

“El mundo no se limita al pedacito de tierra donde vivimos, el mundo es grande y hay otras personas, en otros lugares, que piensan como nosotros y que viven los mismos problemas que nosotros. Tenemos que estar juntos y articulados”, reflexiona.

” Entonces, darme cuenta de esto cuando entré en el MAB amplió mi visión y, en cierto modo, me aportó satisfacción y ganas de contribuir a los procesos de lucha en este mundo tan injusto”, concluye Andréia.

La guerra por el agua

En el extremo oeste de Bahía, donde la activista nació y creció, los conflictos sociales son muchos y el principal es la disputa por el agua entre las comunidades tradicionales y las multinacionales que se han instalado en la región para dedicarse al agronegocio. Rodeado de ríos y manantiales, el municipio correntino (de 33.000 habitantes) se hizo conocido a nivel nacional por una gran manifestación de sus habitantes contra la empresa japonesa Igarashi, en 2017. La multinacional despertó la indignación de la población porque retiraba una cantidad desproporcionada de agua para el riego en el río Arrojado, reduciendo su caudal y dejando a las comunidades ribereñas en estado de penuria.

Manifestación de residentes de Correntina 2017 contra empresas del agronegocio que contaminan, deterioran y secan los ríos de la región. Foto: Rosa Tunes

Andréia explica que la explotación de la región se intensificó en los años 90 con la llegada de agricultores extranjeros. En esa época, atraídos por la oferta de agua en el cerrado bahiano, los japoneses, holandeses, chinos y estadounidenses, así como los empresarios del sur del país que ya estaban en la región, implantaron un sistema de monocultivo de regadío en el territorio, contaminando y secando varios ríos, arroyos y riachuelos de los alrededores. Además, practican el acaparamiento de tierras, expropiando a los campesinos, a los ribereños y a las comunidades tradicionales que siempre han ocupado la región con una agricultura y una ganadería de subsistencia.

Según la coordinadora del MAB, la región también es disputada por las empresas de generación de energía que amenazan a los residentes con construir decenas de Pequeñas Centrales Hidroeléctricas (PCH), poniendo en peligro los ríos Carinhanha, Corrente, Grande y Preto, principales contribuyentes al río São Francisco en Bahía.

“¡Hemos resistido durante casi 20 años! El MAB inició el proceso de diálogo con la comunidad en cuanto se hicieron públicos los proyectos de presas hidroeléctricas. Cuando llegaron las empresas, ya estábamos organizados y no pudieron entrar”.

Andréia considera que las cuestiones del agua, la energía y la regularización de las tierras están interrelacionadas en la región. “Si quieren construir presas para producir energía, es para facilitar la expansión del agronegocio que deforesta las cabeceras y acaba con el agua de los ríos de la gerais (cerrado). Y si hay expansión de la agroindustria, hay más acaparamiento de tierras”, analiza. 

Además de la cuestión política, para Andréia, ver la destrucción de los ríos es especialmente impactante para su relación afectiva con el territorio. “Me encanta nadar, sigo bromeando con que, si pudiera volver a nacer y pudiera elegir lo que quisiera ser en otra vida, querría nacer pez para no salir del río”.

Para esta vida, los sueños son más atrevidos. Andréia quiere que cada día más personas conozcan sus derechos y contribuyan a una sociedad menos desigual. “Buscamos construir una realidad donde las personas tengan sus derechos respetados, tengan dignidad, tengan voz, donde seamos personas, ¿sabes? En el MAB podemos hablar y escuchar. Y esto es bueno dentro del Movimiento, porque tenemos que construir un mundo que sea bueno para nosotros y para los demás”.

Para los próximos 30 años del MAB, el activista tiene muchos planes. “Quiero que nos encontremos en otra etapa organizativa, contribuyendo ya directamente a las cuestiones políticas, económicas y energéticas, construyendo la revolución que anhelamos. Que ya estamos ejerciendo el poder popular”.

*ESTE ARTÍCULO ES PARTE DE UNA SERIE DE PERFILES DE COORDINADORES DEL MAB PRODUCIDOS EN CELEBRACIÓN DE LOS 30 AÑOS DEL MOVIMIENTO.

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